OLAS DE FUEGO ANARANJADAS

¿Sabes que el humo es combustible y todo lo que necesita es una buena mezcla de oxígeno con calor para encenderse?

Pues sí, el humo puede arder. Además es un efecto muy bonito de ver cuando la capa de gases y humos calientes que flotan cerca del techo de un recinto se incendian. Le reconozco incluso cierto efecto hipnótico.

¿Cómo te lo podría describir? ¿Nunca has visto el agua del océano desde el fondo? ¿No te has tumbado en el fondo arenoso del mar y has observado hacia arriba el efecto tan bonito que producen las olas, deslizándose sobre la superficie? Aunque sea en un documental de la 2. Pues es precioso y te lo recomiendo este verano.

Esa combinación del movimiento del agua y el efecto caleidoscópico que producen en la luz solar cuando ésta se filtra a través de la superficie es una de las mejores cosas que pueden verse en esta vida.

Además, si no tienes botella de oxígeno, el tiempo que puedes disfrutar del efecto es limitado, lo que eleva la sensación psicológica de deseabilidad por miedo a perdértelo, reportándole cierta aura de escasez que aumenta su valor.

Pues el efecto del ver el humo ardiendo desde el suelo es similar al de las olas del mar. De hecho este efecto es utilizado en uno de los primero ejercicios que hacemos en la academia para detectar si alguno de los nuevos candidatos es claustrofóbico (miedo a los sitios cerrados) o pirofóbico (miedo al fuego).

El ejercicio consiste en encerrarnos un par de instructores y unos diez candidatos dentro de un contenedor de metal cerrado a cal y canto y todos equipados al completo, con máscaras y botellas de aire.

Ellos se tumban en el suelo mirando hacia el techo. Los instructores nos colocamos uno delante y otro detrás por si hay que sacar de urgencia a alguno de los candidatos.

A continuación hacemos un fuego dentro del recinto y pronto el humo negro y denso se propaga hasta el techo y allí se va acumulando más humo, más gases y más calor hasta que llega un momento en el que uno de los instructores, deja pasar a través de una ventanilla un poco de oxígeno fresco del exterior.

Inmediatamente, la mezcla letal se enriquece y eso provoca el efecto que os estoy contando. Como digo, el humo se incendia empezando por el extremo en el que ha penetrado el oxígeno y ese efecto de olas de fuego anaranjadas, de una belleza maravillosa e indescriptible, recorre la totalidad de la capa de gases flotantes sobre el techo del recinto como una onda que avanza lenta pero inexorablemente hasta que todo ese humo está ardiendo ante tus ojos.

Pues bien, os he contado todo esto porque le tenía echado el ojo a uno de los candidatos. Sabía que tenía miedo a los lugares cerrados y solo me faltaba saber si también le tenía miedo al fuego.

Empezamos el proceso tal y como os he contado. Entramos, se tumban, iniciamos el incendio, se acumulan gases y humos calientes… En este momento no estaba muy cómodo pero aguantaba. Seguimos y dejamos entrar oxígeno, el fuego se prende por un extremo y al cabo de pocos segundos todo el techo estaba en llamas, tan bellas como peligrosas.

Unos ojos a través de la máscara dicen mucho más que las palabras y los del chico  clamaban por salir de allí así que solo tenía que esperar para ver si pedía salir pero ocurrió algo que no esperaba.

El candidato tumbado al lado, disimulada pero decididamente le ofreció su mano y éste la acepto. Era una chica. En ese momento repasé su trayectoria desde que entró hasta este instante. En un par de momentos la vi distraída pero aparte de eso su comportamiento fue impecable.

En caso es que sus guantes de intervención se entrelazaron y juraría que fue aquella fue la primera vez que lo hicieron. Supongo que hubo muchos deseos antes, pero ocurrió allí, delante de mis ojos y el efecto fue anestesiante. El chico se calmó con ayuda de ella y acabó superando la prueba.

Creo que aquel día algo más que el techo se prendió y vaya lugar más extraño para que salte la chispa de amor. El caso es que no volví a ver a esa chica distraída ni tampoco a él nervioso.

¿Sabes que el humo es combustible y todo lo que necesita es una buena mezcla de oxígeno con calor para encenderse? Es parecido al amor.

BRUNO FERNÁNDEZ

Es un hombre que parece haber caído de pie en la vida, confiando en su inteligencia innata y en su físico portentoso para obtener lo que desea sin demasiado o ningún esfuerzo. Su actitud despreocupada y su falta de ambición hacen que valore más el mundo de la noche y las discotecas que cualquier otro aspecto de su existencia.

PARA SABER MÁS DE BRUNO

Por lo demás Bruno se toma vida con humor, indiferencia y jamás a tenido actitud ni disciplina para ningún proyecto personal ni especial gusto por la profesión de bombero. Su verdadera pasión reside en disfrutar de la vida sin complicaciones ni responsabilidad.

EL ALCALDE

Ingresó en el partido cuando todavía no había terminado la carrera de derecho y poco a poco, fue escalando en la jerarquía política provincial hasta la cima. Tiene la costumbre de apelar a los valores y ambiciones de las personas que le rodean a los que utiliza para escalar él mismo al poder. Tras una catástrofe local que puso en jaque la seguridad ciudadana, basó toda su campaña en culpar al gobierno anterior por una escasa inversión e ineficiente gestión. Ayudado por los medios afines, puso el foco mediático en sus propuestas de reestructuración y por fin, logró acceder al gobierno con la promesa de hacer borrón y cuenta nueva de los errores del pasado.

PARA SABER MÁS DEL ALCALDE

El último espectáculo esperpéntico de este alcalde que lo está revolucionando todo es un concurso oposición que ha despertado un interés inusitado en las redes y en los medios de comunicación y que está recibiendo una cobertura mediática sin precedentes debido a sus métodos poco ortodoxos.

¿NUNCA HABÉIS LUCHADO CONTRA UN DRAGÓN? YO SÍ Y ES UNA EXPERIENCIA COMPLETAMENTE ADICTIVA.

Aunque no lo creáis, los dragones existen. Yo he visto a muchos pero no tienen la forma que pensáis, con cola, una gran boca, escamas y alas. No son así.

Son una masa informe, aunque en ocasiones juraría que adoptan formas antropomórficas, y aúllan. Os lo juro, y os voy a contar cómo fue mi primera experiencia.

Nos dieron aviso de una residencia ardiendo y acudimos a la llamada. Imaginaos ir sentado en la parte trasera de un camión de bomberos dando tumbos y tratando de equiparte como puedes. Primero botas y cubre pantalón, luego chaquetón y cremallera arriba, enfundas el verdugo en tu cabeza, casco y abrochas el barbuquejo bajo tu mandíbula, botella de aire a la espalda tirando bien fuerte de las cinchas hacia abajo, máscara y por último los guantes. Es la armadura del caballero. La primera vez que lo viví me dije… ¿pero esto es así siempre? Estaba flipando. A vosotr@s os encantaría.

Llegas hasta el lugar y te bajas de un salto, como un héroe de novela o de serie de Netflix. En ese momento te sientes el rey del mundo. Prácticamente invulnerable protegido por tu equipo, aunque en realidad es una sensación ilusoria y no debes caer en su trampa. El dragón es más fuerte que tú. Por eso debes actuar con astucia.

Ves el objetivo frente a ti a través del visor de tu casco. Una vivienda en llamas y tras su puerta, un verdadero dragón. Caminas hacia allí con decisión mientras llevas la mano a tu espalda para abrir el grifo de tu botella. De repente aire puro inunda el interior de tu máscara. La flechita de tu manómetro marca 300 bares. Con eso un bombero físicamente apto tiene aire para 20 minutos. La lucha no puede durar más o el dragón te vencerá y tendrás que retirarte o morir en el intento.

Te plantas frente a la puerta y el ruido es ensordecedor. En serio. El fuego hace mucho ruido. Son los aullidos del dragón que clama tu nombre. Un compañero te trae tu lanza, se va a la puerta y se palpa el pecho donde oculto, está el botón de su comunicador y oyes su voz en el interior de tu cabeza a través del receptor de tu casco

– ¿Estás list@?

Tú levantas el pulgar.

Ahora estáis sol@s frente al dragón.

El bombero que maneja la lanza debe estar bien entrenado para interpretar las condiciones del incendio cuando tu compañero abra la puerta y veas al dragón con tus propios ojos. Porque los dragones no están solos. No es tan sencillo como tirarles desde lejos. Están protegidos por una capa de gases calientes a su alrededor y llegar hasta el corazón del dragón para clavarle tu lanza, no es tarea fácil.

Lo que ves es una capa de gases próxima al techo del recinto en una masa informe y humo de una densidad sorprendente de color negruzco a unos 500 grados de temperatura. El compañero cierra y te mira a través de su máscara. Tú tienes claro lo que te enseñaron en la academia. Sabes lo que has visto y el arma que debes utilizar para hacerle daño. Le indicas a tu compañero con los dedos de tu mano el número 3.

Entonces ajustas todas las variables de tu lanza: caudal y modo, para que salga un cono de aplicación de entre 60 y 75 grados a 320 litros por minuto que provoque el tamaño óptimo de gotas de agua cuando hagas una pulsación con tu lanza que permita lanzar una pulverización con la suficiente capacidad de penetración en la capas de gases calientes que maximice el efecto de enfriamiento general de la temperatura del recinto.

Sujetas fuertemente la lanza entre tus manos, miras a tu compañero y afirmas con la cabeza. Tu compañero abre la puerta y tú disparas una pulsación de agua nebulizada al techo que penetra en la capa de gases. Os prometo que en ese momento la capa de gases actúa como si tuviese vida propia. Los gases se encogen y sisean con un sonido inconfundible. Tu acción le ha dolido y tu compañero cierra la puerta.

Dejemos que los gases del dragón se retuerzan y sufran un poco. Lo que está ocurriendo dentro del recinto es que en ese momento, se produce una gran transferencia de calor del entorno hacia las gotas de agua pulverizadas y en sustentación las cuales se evaporan, absorbiendo la temperatura. El dragón ruge tras la puerta.

A continuación tu compañero vuelve a abrir y tu debes estar atento y agacharte porque una lengua de vapor de agua sale disparada por encima de ti. El dragón está enfadado y te está atacando. Ahora eres o tú o él. Entonces te levantas y vuelves a lanzar una pulsación de agua pulverizada al techo. Los gases encajan el golpe y vuelven a encogerse. Tu compañero cierra de nuevo .

Le estamos robando su poder al dragón. Su calor. Sin él ya no será tan temible.

En ese instante tu compañero abre la puerta de nuevo y otra lengua de vapor hirviendo se dirige hacia ti. Si te agachas no tendrás problema y pasará limpiamente por encima, pero agáchate o lo pasarás mal.

!Ahora es el momento de entrar! Te levantas y caminas adentro. Buscas el corazón del dragón y crees haberlo visto al fondo del recinto. Te diriges hacia allí y tu compañero, el que estaba en la puerta, te sigue a corta distancia.

Gradúas de nuevo tu lanza a conos de 45 grados y 475 litros por minuto y disparas a izquierda y derecha, abriéndote paso a través de todas las emboscadas que te separan de tu objetivo. Poco a poco, paso a paso, los conatos secundarios van disolviéndose ante el ímpetu de tu lanza. Te estás abriendo camino hasta el motor del incendio. Miras tu manómetro, marca 200. Vas bien. Sigue así y lo lograrás. No te desanimes aunque empieces a notar el cansancio. Tu compañero apoya su mano en tu hombro y eso te da fuerzas.

Finalmente llegas hasta el corazón del dragón. Ahora no perdones o el fuego te rodeará y te matará. Gradúas de nuevo tu lanza a chorro compacto de ataque y se la insertas en lo más profundo de su alma hasta que el ruido se calme y solo quedes tú con tu lanza.

Todo esto que os cuento apela a sensaciones muy primarias, muy adictivas. Cuando todo a terminado se sientas apoyándote en las ruedas de tu camión y te quitas la máscara y el casco. Estás empapado y agotado. No eres consciente del estrés térmico que has sufrido hasta que te quitas el casco y fuera de él todo está helado. Congelado. Pero no es así, eres tú que has vivido tu bautismo de fuego.

LISTA DE PELIGROS

Los incendios en interiores implican una serie de riesgos:

-Falta de visibilidad ante lo cual usamos cámaras térmicas para orientarnos.

-Elevadas temperaturas que obligan a usar equipos de protección personal que nos protegen del fuerte estrés térmico.

-Falta de oxígeno por lo que usamos equipos de protección respiratoria cuya autonomía es limitada y varía en función del estado de forma del portador, el esfuerzo realizado y la presión de llenado inicial.

EL ENTRENAMIENTO NUNCA TERMINA